La conselleira de Facenda, Marta Fernández Currás, en la respuesta a una interpelación en el Parlamento gallego del diputado del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Fernando Blanco, y el propio Alberto Núñez Feijóo, tras la reunión semanal del Ejecutivo gallego, han dado bastantes pistas de cuál será la decisión, que según el presidente de la Xunta "no va a ser caprichosa, irracional y sin motivación". Si la consejera exigía a los responsables de las cajas "buscar el bien supremo de Galicia, olvidando localismos y personalismos", el presidente asegura que "lamentablemente en Galicia no se ha superado la asignatura de los localismos".
Los dos insisten en el discurso oficial: "Queremos una o dos cajas gallegas". Parece que la consejera abre un resquicio a operaciones con cajas de fuera, siempre que Caixa Galicia y Caixanova "lideren cualquier proceso de integración en el que pudieran verse inmersas" y no se ponga en peligro ni la "solvencia" ni la "galleguidad" de estas entidades. "No cerramos caminos, sólo los que sean incompatibles con los intereses de Galicia". Pero en realidad cierra la puerta a operaciones con cajas de fuera, las que menos impacto tendrían en el empleo al no suscitar problemas de duplicidades de red comercial.
BNG y PSOE coinciden con el PP en que la decisión sobre las cajas gallegas "tiene que tomarse en Galicia". Los socialistas alertan, no obstante, de los costes, sobre todo en el empleo, de la fusión entre Caixa Galicia y Caixanova, que requerirían la apelación al Fondo de Reestructuración Ordenada de la Banca (Frob) y, por tanto, pérdida de autonomía en esa decisión.
Los tres grandes sindicatos presentes en Galicia, CCOO, UGT y CIG, aportan su granito de arena a un debate que parece bastante cocinado. La fusión costaría 1.500 puestos de trabajo, que se podría resolver casi en su totalidad con prejubilaciones, en función de las pirámides de edad de las dos entidades. CIG discrepa y sólo ve posibles 1.065 prejubilaciones. Más el cierre de unas 200 oficinas (CIG lo concreta en 207). Cifras que los sindicatos consideran "asumibles", aunque CIG no admitirá "ni un solo despido".
Con una argumentación muy parecida a la de la consejera de Hacienda de la Xunta, los sindicatos defienden la fusión entre Caixa Galicia y Caixanova si es la única solución ante una posible pérdida de poder de
decisión en Galicia. Y, como la Xunta, hablan de evitar "localismos, la pugna entre A Coruña y Vigo" y reclaman a todas las partes implicadas en este proceso "visión de futuro". Incluso señalan que las dos cajas se están preparando para "presentar un buen aspecto" cuando llegue la decisión de Alberto Núñez Feijoo. "Creemos, no obstante, que gozan de buena salud", señalan en UGT.
Lógicamente, los sindicatos centran su preocupación en el empleo, vista la experiencia acumulada en otros procesos de fusión fuera de Galicia. Y dentro, remiten a la integración de las cajas que dieron lugar a Caixanova hace ahora una década. Por supuesto, no aceptarán una fusión sin un pacto laboral que garantice homogeneidad de condiciones y garantías sobre el empleo.
Pero plantean más cuestiones. Como el mantenimiento de la función social de las cajas de ahorros. En los grupos nacionalistas, como BNG o el sindicato CIG, hay quienes opinan que detrás de todo este proceso se esconde la privatización de estas entidades financieras. Según un estudio elaborado por CIG, tanto Caixa Galicia como Caixanova llevaron a cabo una estrategia de expansión" consistente en el establecimiento de oficinas tanto en Galicia como en otros lugares de manera "desmedida y mal calculada". También se destacan "los muchos errores de gestión", por olvidar la vertiente social para centrarse en el boom inmobiliario y del ladrillo, hasta el punto de "meterse ellas mismas a constructoras", y para volcarse en la expansión fuera de Galicia. UGT cree que la solución pasa por volver "al modelo original de las cajas".