La situación la describía ayer jueves magistralmente Alfredo R. Mendizabal en Capital Madrid al narrar los descubrimientos que viene realizando en sus últimas crónicas el redactor jefe para asuntos europeos del Daily Telegraph, Ambrose Evans-Pritchard. Lo que más llamaba la atención a Evans-Pritchard de su última entrega sobre España, es que, de acuerdo con las normas cooperativas de la Corporación Mondragón, ningún alto ejecutivo puede recibir un salario que sea superior a seis veces del que menos gana.
'El diferencial en las grandes compañías occidentales puede ser de 400 veces, y va a peor', compara. Y añade: 'Los jefes mejor pagados de las empresas del FTSE 100 han saltado de 124 veces el salario mínimo a 202 veces durante la pasada década'. Recomendamos al denostado Evans-Pritchard por alguna representante española en la delegación diplomática ante la Unión Europea que no haga un pequeño cálculo.
Si suma los emolumentos a que tiene derecho el ‘stammerer' presidente del BBVA, como le describió en su día uno de los principales diarios financieros del mundo, el fondo de pensiones que han aprobado los órganos competentes, --todo tiene que ser siempre de acuerdo con las normas de Gobierno Corporativo más exquisitas del mundo, faltaría más--, y no sé que otros emolumentos en casos excepcionales, le da un infarto.
Siempre podrá venir el bufón de Moncloa el químico, tras cobrar su alícuota parte del cohecho, para precisar que no es el 12.000 por ciento más de lo que percibe por el salario mínimo el recién incorporado, sino algo menos. Lo malo es que no es el único caso.
Pero UGT y CCOO lo han dicho bien claro. Los datos más recientes de la Contabilidad Nacional vuelven a demostrar que, en cuanto a la distribución de la renta, los asalariados son los más perjudicados. Faltaría más.
Según UGT los datos de Contabilidad Nacional del 2010 muestran que los salarios siguen cayendo entre el -1,3% y el -1,7%, mientras los beneficios de las empresas crecen hasta el 4,1%.
Hasta el propio INE ha tenido que alertar de que la caída de la remuneración de los asalariados, principal recurso de las familias para afrontar el consumo, retrasará aún más la recuperación de la actividad económica.