La reducción de la población activa se concentra, fundamentalmente, en el colectivo de extranjeros: desde el máximo que alcanzó en 1T 2009, con 3,7 millones, se ha reducido en 485.000, hasta los 3,2 millones. Los movimientos de este colectivo son muy sensibles a las perspectivas laborales: cuando estas eran favorables en España el aumento fue notable, pero cuando la situación ha cambiado, los flujos migratorios se han invertido. La mejor situación económica en sus países de origen o en otros países europeos también ha ayudado a revertir esta tendencia.
El total de activos con nacionalidad española también ha experimentado un importante repliegue en los últimos trimestres. Desde 3T 2012, momento en que la población activa nacional alcanzó el máximo con 19,3 millones de personas, el descenso ha sido de 177.000 personas. En este caso, sin embargo, esto ha ido acompañado de un importante aumento de la inactividad, con 129.000 personas más. Pero también existe un importante colectivo de personas que, dada la coyuntura económica, ha decidido emigrar a países donde las perspectivas laborales son mejores. La lectura no debe ser negativa, no solo desde un punto de vista estrictamente económico (contención del gasto público) sino, sobre todo, porque estos trabajadores mantendrán o en muchos casos mejorarán su formación. El gran reto de España será, una vez la recuperación económica se haya consolidado, volver a atraer a este colectivo que gozará de una experiencia laboral muy valiosa para una economía cada vez más internacionalizada.