En lo que sí continúa fiel a sus principios la constructora es en dedicar muchos millones a mantener las participaciones de sus accionistas sin dilución. Para poder amortizar los títulos que ha tenido que emitir por el dividendo flexible de julio, ACS ha gastado 119 millones de euros en comprar en Bolsa acciones propias que pasarán a mejor vida este mes de septiembre. Con ello se ha comido casi todo el ahorro de caja logrado con el script dividend.
Con esta ya van tres. ACS ha anunciado formalmente que en septiembre llevará a cabo una reducción de capital “en la cantidad de 1.937.509,50 euros mediante la amortización de 3.875.019 acciones de la autocartera de la sociedad que es el mismo número de acciones que las recientemente emitidas como consecuencia de la segunda ejecución del aumento de capital liberado acordado para instrumentar el sistema de dividendo opcional”. Así reza el comunicado enviado a la CNMV, y que se repite tras las reducciones de capital realizadas por la constructora en septiembre de 2013 y marzo de 2014 para sacar de la circulación las acciones emitidas en julio de 2013 y enero de 2014 para pagar el dividendo flexible a quienes quisieron cobrar en títulos en dichas fechas.
Pero veamos en cifras concretas qué significa la reducción de capital ahora anunciada. Para ello, el primer paso es ver por qué se emitieron esos 3,87 millones de acciones en julio. La junta general de accionistas de ACS aprobó el pasado 29 de mayo la distribución de un dividendo complementario con cargo al beneficio de 2013 de 0,71 euros por acción. Este dividendo fue abonado durante el mes de julio mediante el sistema de dividendo flexible (script dividend).
Un 40,89% de los accionistas de la constructora, entre los que se encuentran los de referencia (Florentino Pérez, Los Albertos y Corporación Financiera Alba, que entre los tres suman algo más del 33% del capital de ACS) decidieron vender sus derechos a ACS, o lo que es lo mismo, cobrar en metálico, lo que supuso un desembolso de caja de 91 millones de euros. Para satisfacer las peticiones de títulos de quienes quisieron cobrar el papel (el 59,11% del capital), ACS tuvo que emitir 3.875.019 acciones nuevas que durante este mes de septiembre van a ser eliminadas mediante una reducción de títulos en circulación por ese mismo número.
Dividendo flexible
El dividendo flexible, del que muchos analistas dudan en llamarlo dividendo, se inventó para ahorrar caja a las empresas (y sobre todo a los bancos tras la crisis financiera), ya que la parte que se paga en títulos no supone desembolso alguno de dinero en metálico, aunque eso sí, al aumentar el número de acciones en circulación, va diluyendo la participación de cada título en los beneficios de la entidad. Los principales accionistas de ACS, con Florentino Pérez a la cabeza, lo tuvieron claro desde el principio: se apuntaban a la fórmula del dividendo flexible, pero después se quitan de la circulación las acciones nuevas emitidas para evitar el efecto dilución. Lo malo es que eso tiene un precio, que en esta última ocasión es muy elevado.
En números concretos, ACS realizó 46 operaciones de compra de acciones propias entre el 24 de marzo y el 15 de julio últimos, para adquirir 3,85 millones de títulos, lo que supone el grueso de la reducción de capital que ahora se va a producir. La compra de estas acciones le ha supuesto a ACS, según consta en los registros de la Bolsa, un total de 119 millones de euros, que para empezar son más millones que los que ha desembolsado en metálico para pagar a quienes decidieron cobrar en dinero.
Y aún hay un dato más. Si todos los accionistas de ACS hubieran decidido cobrar en metálico su dividendo complementario de julio, la constructora habría tenido que desembolsar un total de 222,5 millones de euros. Es decir, que como sólo pagó en dinero 91 millones, resulta que el pago en papel al 59,11% de los accionistas ahorró a ACS 131,5 millones de la caja. Pero resulta que al haber gastado 119 millones en comprar acciones propias en Bolsa para después amortizarlas, la conclusión final es que la constructora ha dilapidado el 90,5% del ahorro de caja para mantener intacta la posición de los accionistas evitando la dilución.
Y ello, con el efecto doble que este tipo de operaciones tiene sobre los accionistas (ver información del pasado 11 de agosto sobre Ferrovial y ACS), ya que quienes cobran en metálico al final perciben de hecho dos dividendos, el dinero y la no dilución de sus títulos, mientras que quienes cobran en papel tienen que esperar a ver cuánto dinero les supondrá cuando vendan las acciones recibidas.
Lo curioso del caso es que cuando ACS instauró este sistema en 2013 (fue anunciado ya en 2012), sólo el 45% del capital acudió entonces a la compra de acciones, mientras que en esta última ocasión lo han hecho el 59,11%. Esto, según los analistas, sólo tiene como explicación la inercia de muchos pequeños accionistas y la normativa fiscal que para los minoritarios es perjudicial, ya que si cobran en metálico tienen que declarar el dividendo en el IRPF del año (los grandes accionistas cobran a través de sociedades) mientras que si lo hacen en papel no lo tendrán que declarar hasta que vendan las acciones.
El negocio de ACS
En cuanto al negocio de ACS, cuyas cifras semestrales fueron enviadas justo antes del último fin de semana de agosto a la CNMV, destacan la caída del 5% en la facturación del grupo y el retroceso de un 15,2% en su beneficio bruto de explotación (Ebitda), que es el mejor termómetro para medir la rentabilidad de su actividad ordinaria. Pues bien, el Ebitda ha pasado de suponer un 7,6% de las ventas del grupo a finales de junio de 2013 a quedarse en un 6.8% de las ventas al terminar el primer semestre de 2014. La constructora explica que eso tiene que ver con diversas causas como la apreciación del euro o la reestructuración de activos de algunas de sus filiales, pero al final reconoce que habría bajado de todas maneras.
En su presentación de resultados semestrales, ACS señala textualmente que “El beneficio bruto de explotación (Ebitda) del grupo alcanza los 1.277 millones de euros, lo que supone un descenso del 15,2% frente al mismo periodo de 2013. Esta reducción proviene principalmente de la actividad de construcción, debido a la depreciación del dólar australiano, a la venta de activos por parte de Hochtief durante 2013 (Telecomunicaciones, Servicios) y al impacto de la puesta en marcha de FleetCo, la empresa de Leighton que reúne los activos operativos relacionados con los servicios de minería y sobre los que se ha sustituido el leasing financiero por arrendamiento operativo.
Sin el impacto por la variación de tipos de cambio, el Ebitda hubiese caído un 8,5%. Eliminando adicionalmente el impacto de la venta de activos y de la puesta en marcha de FleetCo, el Ebitda del Grupo ACS hubiese decrecido un 2,1%”.
Hay que tener en cuenta también que el cambio contable en FleetCo, filial de Leighton, que a su vez es filial de Hochtief, en la que ACS tiene casi el 59%, perjudica a algunas líneas de la cuenta de resultados pero beneficia a otras. Así, la propia constructora señala que “El beneficio de explotación (Ebit) del grupo en el periodo alcanza los 838 millones, un 3,2% mayor que en junio de 2013. Sin el efecto de la variación de los tipos de cambio y de los cambios de perímetro, el Ebit se hubiera incrementado en un 13,9%”.
Estos cambios de perímetro de los que habla son dos: por un lado, ACS ha reducido considerablemente las amortizaciones destinadas a aproximar el precio de mercado al precio pagado por su filial Hochtief (es lo que contablemente se denomina amortizaciones del PPA). Y lo mismo ocurre con el cambio de criterio contable de FleetCo, que al no ser considerado ya leasing financiero y computar su coste como gasto financiero con una amortización obligatoria anual de su valor residual de compra, ahora su coste como arrendamiento operativo va a gastos generales pero sin amortización obligatoria. Todo ello ha llevado a que la menor dotación contable a las amortizaciones haya logrado subir de 357 a 395 millones de euros de beneficio atribuible al grupo a 30 de junio.
En cuanto a la actividad del grupo, España supone el 14,9% de las ventas de ACS, porcentaje soportado fundamentalmente por el área de servicios, ya que en construcción sólo supone el 5,2% del total de la facturación de este subsector dentro del grupo. América y Asia Pacífico suman el 73,7% de las ventas, pero aquí, aunque aparentemente el gruesa pueda parecer que proviene del área de Asia-Pacífico, debido a la presencia de Hochtief en Australia, lo cierto es que la actividad de esta filial en América es fundamental también.
Tan es así, que al final el 70,7% de la actividad empresarial de ACS depende de Hochtief. Esto pone a esta filial como auténtica referencia del grupo que podría llevar a decir que cuando Hochtief estornude ACS se acatarrará seguro.