Monitor de Latinoamérica

Inquieta la des­truc­ción de in­fra­es­truc­turas y el im­pacto en va­rios sec­tores clave

El Niño Costero asesta un zarpazo a la economía peruana

Los daños por los huaicos po­drían re­ducir el cre­ci­miento entre 0,3 y 0,9 puntos

Imagenes de la Amazonia Peruana | Viajar Perú
Amazonia Peruana.

Con menor dra­ma­tismo que el su­frido por su ve­cino Ecuador, al que en 2016 un desastre na­tural (el te­rre­moto de abril) se sumó al cambio del dólar y la caída del crudo para asestar un duro golpe a la eco­no­mía, sobre el PIB pe­ruano pe­sará este año el zar­pazo de las inun­da­ciones cau­sadas por el fe­nó­meno cli­ma­to­ló­gico de El Niño Costero. Perú, la co­nomía que más iba a crecer en 2017, po­dría ver ampu­tada de forma no­table su ex­pan­sión este año.

El Niño pasa factura a Perú, que podría ver menguado su crecimiento entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales en el mejor de los casos y entre 0,7 y 0,9 en los pronósticos pesimistas, si bien se descarta una recesión que daría al traste con la racha record de expansión sostenida de los últimos 15 años. A la hora de cuantificar el impacto en el PIB del desastre, que ha afectado especialmente al norte del país, los expertos solo se ponen de acuerdo en el impacto negativo.

Mientras que el ex-ministro de Economía Ismael Benavides teme “un impacto muy fuerte”, de hasta un punto, las consultoras Macroconsult y Maximixe han recortado las previsiones de 2017 del 3,5% al 2,9% y del 3,8% a 3,1%, alertando de un crecimiento limitado al 2,4% si El Niño dura hasta mayo. Por su parte, BBVA Research juzga que el crecimiento será revisará a la baja, aunque augura rebote en 2018, y Moody’s mantiene por ahora su proyección (3,7%).

Las intensas lluvias y huaicos (inundaciones en aluvión por desprendimientos, corrimientos de tierra y crecimiento de ríos en las quebradas de la sierra) han causado una tragedia humana irreparable (90 muertos) y socio-económica: 750.000 afectados; 121.000 damnificados directos que lo han perdido todo; 160.000 viviendas dañadas; 21.435 hectáreas de cultivo anegadas; 670 km de canales de riego destruidos; importantes vías férreas inutilizadas (entre ellas la principal); 1.900 km de carretas destruidos y 159 puentes colapsados. Maximixe eleva a 5.000 millones de dólares las pérdidas por lluvias y deslaves.

Se prevé una notable reducción de la producción en agricultura, pesca, transporte, comercio y minería, sector este último, el extractivo, que aportó dos puntos al crecimiento en 2016. Desbordes fluviales y deslizamientos han dañado o destruido infraestructuras e inquietan los destrozos en vías y puentes del ferrocarril central, por donde se traslada la cada vez más clave producción minera a los puertos.

La situación ha causado, además, un alza de precios (notablemente alimentos y transporte) que repercutirá puntualmente en el inesperado aumento de una inflación que ya alcanzó el 3,25% anual en febrero.

La Administración Kuczynski ha anunciado un fondo de 720 millones para la reconstrucción de la infraestructura destruida por las inundaciones, inyección que los analistas juzgan insuficiente. El Gobierno confía, con todo, en que las medidas adoptadas y la creación de 20.000 empleos en las regiones en emergencia reducirán el impacto. Los expertos juzgan, eso sí, que el esfuerzo reconstructor imposibilitará cumplir la meta de un déficit fiscal del 2,5% del PIB.

Los huaicos llegan cuando Perú apuntaba a un crecimiento robusto, cuando la economía habría progresado el 5% anual en enero y se apuntaba un avance del 3,8% en el primer trimestre. Antes del desastre, los entes internacionales eran muy optimistas sobre Perú, uno de los mercados en auge de Latam.

El FMI había elevado al 4,1% la expansión en 2017 gracias al “alza de la actividad minera y mayor inversión pública” y destacado que Perú sería la economía de mayor avance en 2017, junto a Bolivia y Paraguay, por encima de la media regional.

La Cepal vaticinaba un crecimiento del 4% y el BM, del 4,2% en 2017 y el 3,8% en 2018, pronósticos basados en el Plan de Impulso Económico de PPK y los altos ingresos por exportaciones tradicionales como el cobre. Más optimista, Lima auguraba, antes de lluvias y huaicos, que el PIB crecería el 4,8% en 2017 y el 4,3% en 2018, tras el 3,7%-3,9% de 2016 y el 3,3% de 2015.

Perú se ha convertido en los últimos años en unos de los destinos predilectos para las firmas españolas y, según el último informe ‘Panorama de la Inversión Española en Iberoamérica’, lidera la lista de intención de inversión, por delante de Colombia, Chile, Costa Rica, Panamá y México. España es ya, con unos 13.000 millones de dólares, el primer inversor en Perú, donde operan más de 500 empresas que generan 500.000 empleos directos o indirectos.

Las firmas españolas observan con especial interés los proyectos de infraestructura (saneamiento, energía, petróleo-gas, carreteras…) promovidos por Lima. Recientemente Perú ha exhibido en España 51 planes mineros con inversiones por 56.000 millones, en un intento de atraer a empresas a un sector que es ya la locomotora del país: supone más del 50% de las divisas, el 20% de la recaudación fiscal, el 11% del PIB y el 21% de la inversión extranjera.

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