El principal objetivo es crear valor, aprovechando su capacidad de innovación para generar crecimiento, aumentar la rentabilidad e impulsar el flujo de efectivo. Todo ello apoyado en las medidas de eficiencia y los cambios estructurales acometidos en los últimos meses. De este modo, la compañía confía en que todas las áreas de negocio contribuyan a una mejora de su rentabilidad hasta 2022.
Al respecto, Bayer apunta a un avance de las ventas de aproximadamente el 4% el próximo año y un promedio anual de entre el 4% el 5% en los años siguientes hasta el 2022, sobre la base de los tipos de cambio constantes. Eso implica un crecimiento estimado en las ventas de 44.600 millones de euros (pro forma) en 2018 hasta alrededor de 46.000 millones de euros en 2019 y aproximadamente 52.000 millones de euros en 2022.
El objetivo de la cotizada española es alcanzar un crecimiento anual del Ebitda del 9% de promedio en los tres próximos ejercicios desde los 11.500 millones actuales. Las estimaciones apuntan a un aumento promedio anual de las ganancias por acción (EPS) de alrededor de 10%, pasando de 5,70 a 5,90 euros en 2018 en línea con la orientación anterior, con un objetivo de alrededor de 6,80 euros en 2019 y aproximadamente 10 euros en 2022.
Para ello, entre 2019 y 2022, Bayer prevé generar en torno 23.000 millones de euros en flujo de efectivo libre, con una aceleración en el promedio anual del 18% en comparación con el año base de 2018, alcanzando aproximadamente 8.000 millones de euros en 2022.
El grupo utilizará dichos fondos, junto con el efectivo adicional generado por las medidas de cartera anunciadas, para aumentar aún más los dividendos y continuar reduciendo la deuda financiera neta para alcanzar los indicadores financieros en línea con un objetivo de calificación crediticia de categoría A. Bayer utilizará además el flujo de caja para recomprar acciones, así como para fortalecer sus capacidades innovadoras y financiar posibles adquisiciones selectivas que generen valor y refuercen su diversificación, una vez digerida la reciente adquisición de Montsanto.
Pese a todos estos ambiciosos objetivo, el grupo prevé que el nivel de deuda neta se mantenga estable en torno a los 36.000 millones de euros en 2019 con el fin de irla disminuyendo de forma significativa a entre 26.000 y 28.000 millones de euros al final de 2022.
De este modo, el grupo alemán quiere dar continuidad al proceso de transformación acometido en la última década con el fin de pasar de ser un laboratorio diversificado de productos químicos y farmacéuticos a convertirse a día de hoy en una compañía de ciencias de la vida con posiciones líderes en salud y nutrición con la misión de generar valor tanto para sus accionistas como para la sociedad.
Un ambicioso plan para los próximos tres años que no acaba de calar en el mercado, pues como dice el refrán “hechos son amores y no buenas razones”. Y de momento, grupo afronta grandes vicisitudes tras la adquisición de Monsanto, muy criticada incluso dentro de la propia compañía. No en vano, las acciones de Bayer van camino de cerrar el año con un retroceso del 40%. Su peor ejercicio con diferencia de los últimos 20 años que le ha llevado a cotizar prácticamente a la mitad de sus máximos absolutos a principios de 2015.