Sin reparto de dividendos, con un incremento brutal de provisiones (bien por la pandemia o por el deterioro de los fondos de comercio) y una rentabilidad conjunta, por este motivo, en un 7,46% negativo. Este es el escenario desértico por el que se mueve la banca española y, de ahí, su continuado castigo en Bolsa.
La suma de la capitalización de los seis bancos en el Ibex 35 más los dos que cotizan en el mercado continuo (Unicaja y Liberbank) se sitúa en 61.400 millones de euros en el arranque de la semana previa a la que se comiencen a conocer sus respectivos resultados durante el tercer trimestre del ejercicio.
Ese valor es muy inferior al que algunos grupos bancarios, como el Santander, tenían por sí solos hace tan sólo algunos años. El castigo es generalizado y más agudo en algunas entidades concretas, aunque la mayoría se dejan más de la mitad de su valor desde primeros de año.
La nueva oleada de fusiones en el sector, abierta con la operación entre CaixaBank y Bankia, permitió cierta recuperación bursátil de los bancos españoles cotizados de manera puntual. Ni tan siquiera el segundo intento de integración de Liberbank por parte de Unicaja ha frenado el castigo bursátil a los valores bancarios.
Esos movimientos corporativos en el sector situaron al Sabadell como sujeto de alguna operación de integración, bien por absorción por parte de un necesitado BBVA por sus resultados y sus causas pendientes con la Justicia por el caso FG-Villarejo, o con su acercamiento a Kutxabank que ya ha rechazado el Gobierno vasco.
Sin embargo, las acciones del grupo que preside José Oliu desde diciembre de 1999 son las que mayor desplome encajan desde primeros de año (un 71,65% que deja su capitalización en 1.588 millones de euros, la más baja entre los bancos del selectivo y algo por encima del valor de Unicaja).
Muchas dudas
Esta errante evolución bursátil de los bancos se ha agudizado en vísperas que cada una de las entidades comiencen a publicar sus resultados durante el tercer trimestre del año, uno de los más planos en cuanto a la evolución de negocio tradicionalmente y sin pandemias sanitarias de por medio.
Al margen de algunos datos ya conocidos, como esa rentabilidad sobre recursos propios (ROE) negativa como confirman los últimos datos del Banco de España, el futuro a corto plazo de los bancos españoles generan una gran incertidumbre en algunas de sus variables fundamentales.
Aunque la ratio de morosidad del sector se ha reducido en el primer semestre de este año hasta el 2,94%. El descenso logrado se debe en buena medida a las distintas moratorias a familias y empresas, así como la financiación con los avales del ICO para los distintos sectores productivos.
No obstante, todo el sector y los propios supervisores ya trabajan en un escenario de un repunte de morosidad cuando concluyan esas medidas legales o sectoriales aplicadas en la financiación a sus clientes. El efecto se podrá detectar en los primeros trimestres del próximo ejercicio.