El motivo es que el porcentaje aún está muy por debajo del registrado en mayo del año pasado (-0,081%). Es decir, en el cálculo interanual, el índice es casi medio punto porcentual más elevado que en el mismo período de 2020.
Un índice en cuidados intensivos
Los datos mensuales muestran que el euribor continúa inmerso en la curva ascendente trazada trazada tras el 'rebote' de hace cuatro meses.
En febrero, el indicador registró por fin un incremento después de un 2020 en el que profundizó en la senda bajista que ha caracterizado los últimos años. Sin embargo, aún está lejos de abandonar el signo negativo, y con cada nuevo dato mensual los expertos insisten en que esta será la tónica en el futuro próximo. Presagian, eso sí, que la pauta alcista continuará, pero dentro de los niveles mínimos que se han visto hasta ahora.
El pasado ejercicio incluso se llegaron a romper varios récords negativos, lo que puso en guardia a las entidades financieras y las autoridades monetarias.
El fondo histórico se tocó en enero, cuando descendió al -0,505%, las catacumbas de la serie histórica. Entonces se cumplieron, además, ocho meses consecutivos de bajadas, a las que febrero puso fin, pero de forma tan débil que no han supuesto un encarecimiento de los préstamos.
De hecho, y a pesar de la senda alcista de los últimos cuatro meses, los hipotecados a cuyos préstamos les toca revisión anual han experimentado cierto ahorro -simbólico- pues las tasas se mantienen a niveles muy inferiores que las registradas en 2020 en las mismas fechas.
Detrás del cero está el BCE
La raíz de la depauperada situación del euríbor ha de buscarse en las medidas de estímulo mantenidas por el Banco Central Europeo (BCE) para dinamizar la Economía de la zona euro. La opinión más extendida es que continuará bajo cero al menos dos años, con lo que cumpliría unos inauditos siete años en terreno negativo.