Según datos de Colliers, la inversión hotelera en España se situó en casi 1.100 millones de euros en el primer semestre del año. La cifra supera los 955 millones de todo el año pasado, marcado por el estallido del Covid-19, pero según la consultora el valor de las operaciones que se estarían negociando en estos momentos es de alrededor de 2.000 millones. Por lo tanto, este año se podrían superar también, y con holgura, los algo más de 2.500 millones de 2019.
Claro que nada tiene que ver el perfil de aquellas operaciones con el de hoy. Ahora, la transacción tipo pone en el lado comprador a los grandes fondos y en el vendedor a las grandes cadenas hoteleras que necesitan aliviar sus necesidades de liquidez. Ellas son las dueñas del grueso de los activos hoteleros vacacionales y acumulan cinco trimestres de resistencia. En muchos casos están al límite, porque el efecto de los Erte y de las líneas ICO es limitado.
"Nos han servido para no ahogarnos, pero no podemos seguir así indefinidamente. Las ventas que el sector ha realizado hasta ahora le han dado cierto oxígeno, pero es evidente que no son suficientes para paliar la situación. Hasta ahora se ha resistido todo lo posible a la presión de los fondos buitre, que no han cejado en su estrategia de intentar comprar a precios de saldo. En la mayoría de los casos, no lo han conseguido", señalan fuentes del sector.
Sin liquidez y sin ingresos
Efectivamente, los Ertes y las líneas blandas de financiación han permitido a las cadenas no sucumbir a las ofertas de los fondos más especulativos. Y con el paso de los meses el escenario está cambiando a buena velocidad. Ahora son otro tipo de fondos, menos voraces y con mayor vocación de medio plazo, los que están monitoreando el mercado a la caza de buenas operaciones y a precios razonables, pero no de saldo. Y el mercado está despertando.
Por ejemplo, la gestora de Banco Santander trabaja para levantar 100 millones de euros con destino a la compra de hoteles en el sur de Europa, pero con el foco en España. Lo hará de la mano de la británica Signal Capital Partners, que prevé conseguir la misma cantidad. Y una de las grandes fortunas del país, la familia Grifols, ha adquirido el hotel Hesperia Presidente de Barcelona por unos 125 millones de euros. Una operación de altos vuelos en un emplazamiento señalado en rojo por los fondos.
Según un reciente estudio de Cushman&Wakefield Hospitality, Barcelona es el destino urbano favorito de los inversores hoteleros, por delante de Londres, París, Ámsterdam y Múnich. Pero la fiebre hotelera que crece y crece es también muy potente en el mercado de Madrid o en una localización de costa tan relevante como Málaga, donde Savills Aguirre Newman espera que en 2023 se recuperarán los niveles de ocupación hotelera previos a la pandemia.
Son las expectativas de recuperación del mercado -los inversores apuestan porque la actividad hotelera se reactivará más rápido que el segmento de negocios de las grandes capitales- las que están acelerando el interés de los grandes fondos por un mercado en proceso de reestructuración, que sigue sufriendo por las dudas que generan las nuevas variantes del virus. Pero las expectativas de precio de compradores y vendedores están mucho más cerca ahora que hace un año.