“Estamos ante una reunión sencillamente decisiva, en la que los mercados se están jugando incluso el ejercicio 2022 entero. No va a haber subidas de tipos de interés, pero será el momento de testar si el mensaje de Jerome Powell se radicaliza aún más. Si es así, vienen curvas muy cerradas en los mercados. Pero ya veremos cuál es el margen real de maniobra de la Reserva Federal, que por la coyuntura se puede ver obligada a hacer encaje de bolillos”.
La frase es de uno de los gestores más prestigiosos del país que, como muchos de sus compañeros de gremio, aguarda en estado de máxima tensión la reunión de la máxima institución estadounidense. El mercado espera que la FED se moje al máximo y ponga plazos y número a su hoja de ruta para este año en un escenario que se ha complicado hasta límites insospechados por las tensiones en Ucrania y lo que ya es una corrección de libro en Wall Street.
Los analistas creen que el actual escenario mete a la FED en un auténtico laberinto. Combatir unos niveles de inflación del 7% en diciembre que son los más altos en casi 40 años al tiempo que se evita una oleada de ventas en las bolsas obliga a hilar finísimo. Dicho de otra forma, Powell tiene que mezclar la contundencia con las concesiones, por pequeñas que sean. De lo que se trata es dejar una rendija abierta a las bolsas si las cosas se siguen complicando a nivel global.
El balance de la Reserva Federal supone ya alrededor del 40% del PIB y eso exige medidas drásticas que en parte ya están descontadas por los precios de las acciones y los rendimientos de los bancos. Pero hay una parte del mercado que se pregunta si puede ser peor el remedio que la enfermedad, entendida esta última como una explosión de desconfianza de los inversores estadounidenses si Powell decide sacar este miércoles su cara más ‘hawkish’.
Análisis de analistas
Desde la firma de bolsa Link Securities aseguran que “lo que menos le interesa en estos momentos -a la Reserva Federal- es que los mercados de renta fija y variables se vengan abajo, por el daño que ello puede terminar haciendo a la economía real”, y remata con la idea de que una FED menos agresiva y confiada en que la inflación puede remitir “puede tener un impacto muy positivo en la marcha de las bolsas estadounidenses”. Y, por extensión, en las europeas.
De momento, y a la espera del resultado de la reunión, los inversores se han puesto en el modo más defensivo posible en Wall Street. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Que como han apuntado los analistas más agresivos la FED pueda subir los tipos en marzo 0,50 puntos de una tacada, con el añadido de una fuerte reducción del programa de estímulos. Eso provocaría un auténtico ‘shock’ en los mercados, por lo que parece una opción poco probable.
¿Pondrá Powell toda la carne en el asador? “Posiblemente vamos a ver más dureza en las formas que en el fondo. Hay cuatro subidas de tipos descontadas para 2022, y quizá este no sea el momento para elevar la presión sobre los inversores, que están muy nerviosos”, señalan en un gran ‘broker’ nacional. La mayoría de los analistas se inclinan porque la FED dará un pequeño respiro a los mercados. Pero nadie las tiene todas consigo.