Ha desaparecido el sentido común y aún más el reconocimiento de lo que han sido la pintura desde Giotto a Picasso. ¿Por qué nos sorprenderíamos del auge de las criptomonedas cuando los NFT alcanzan cotizaciones inconmensurables?
El resultado de las elecciones estadounidenses del próximo noviembre, pronostican los expertos consultados por el diario Financial Times, revertirá las mayorías demócratas en las dos cámaras en favor de los republicanos. Así mismo, el Tribunal Supremo facilitará que una buena parte de los estados de la Unión prohíban o limiten drásticamente el aborto.
Rusia no invadirá Ucrania. Moscú sí intensificará las intimidaciones. El Kremlin es un consumado maestro en amenazas, pero no llegará hasta el final. Recuerdos de su fracaso en Afganistán y temor a las represalias.
Tampoco la China comunista invadirá Taiwán ante el temor de que sus aprovisionamientos de semiconductores queden paralizados. China importa estos chips por un valor anual de 350 mil millones de dólares.
Las cotizaciones en Wall Street, faro de inversores, caerán más allá del 10%. La inflación ha sacado la cabeza y la Reserva Federal acabará frenando la expansión monetaria. Tipos de interés al alza y encarecimiento del crédito. Incertidumbre sobre la evolución del IPC limitando su avance por debajo del 2% anual.
No se conseguirá tampoco que el calentamiento del planeta respete el límite del 1,5% con relación a las temperaturas preindustriales. Tampoco los países africanos conseguirán vacunar al 70% de sus poblaciones.
Previsiones de los expertos en su mayoría poco esperanzadoras. Pensemos sin embargo en los desarrollos tecnológicos, el empuje y capacidad de los innovadores y la imposibilidad de una confrontación Occidente-Oriente. Además, ahí está el avance de la ciencia, vacunas en un tiempo récord.
Los virólogos, también consultados sobre la aparición de otros virus más allá de Delta y Ómicron, afirman que en 2022 se habrán infectado miles de millones de personas. Remedios: vacunación masiva, mascarillas y distanciamiento social. ¿Serán aceptadas estas condiciones por esas inmensas minorías que rechazan las restricciones y proclaman la libertad de hacer lo que les dé la gana?
En este pequeño apéndice del suroeste de la Unión Europea se ha conseguido una extensa, incluso impensable, cobertura de la vacunación. Los negocios se mantienen. Ninguna escasez en los suministros; un clima social sin sobresaltos y unas cifras de empleo y afiliados a la seguridad social en récords históricos.
Finalmente, una corrección de la legislación laboral adecuada a la marcha de los tiempos: salarios más altos y menos precariedad en las contrataciones. ¿Acaso no ha sido esta la tónica de los últimos 150 años en los que economía de mercado y avances sociales han encontrado un terreno de convivencia envidiable?