Además, cuenta también con el inconveniente de que en el mes de septiembre se celebra la Asamblea General de Naciones Unidas, con lo que la atención se desplazará durante esas fechas a Nueva York. Aunque en Moncloa resaltan que puede dar más atractivo a la intervención de Pedro Sánchez, quien podrá intervenir también como presidente temporal del Consejo de la UE.
El hecho es que la presidencia española del Consejo va a llegar en un momento de inseguridad mundial y con una situación muy particular en el ámbito nacional, tras las elecciones en 14 Comunidades Autónomas y de todos los municipios de España.
Incertidumbres mundiales
Las incertidumbres que sigue generando la guerra de Ucrania, la prevista ralentización económica, ayudada por las sucesivas subidas de tipos de interés, sin descartar una eventual recesión en Europa, propiciada por la debilidad económica de Alemania, hacen muy difícil que el presidente del Gobierno pueda remontar los malos vaticinios de todos los sondeos, con excepción del del CIS, de cara a las próximas elecciones generales.
Para revertir esta situación de perdedor que ya confirmaron las últimas elecciones celebradas en Madrid, Galicia, Castilla-León y Andalucía, Pedro Sánchez cuenta con muy pocas bazas. Entre ellas, la de utilizar la presidencia del Consejo rotatorio de la Unión y en Moncloa y Ferraz están decididos a hacerlo.
Con ocasión de la presentación del programa de trabajo del Gobierno para la presidencia europea por parte del ministro de Exteriores en el Congreso de los Diputados, José Manuel Albares, éste anticipó que la Presidencia es un proyecto de país con el que se pretende llevar “Europa a todos los rincones de España y llevar nuestra diversidad cultural y geográfica a Europa”.
Propuestas españolas
A falta de programar las reuniones de los consejos formales, para lo que España todavía deberá esperar a conocer el programa de prioridades de la Comisión Europea y lo que suceda durante la presidencia del primer semestre que ostentará Suecia, el Gobierno ya ha anticipado un calendario de reuniones informales de los distintos consejos. Así, desde el consejo de Asuntos Generales de los ministros de Exteriores, al Ecofín -que Nadia Calviño se llevará a Santiago de Compostela-, pasando por la Pesca y la Agricultura y hasta otros 25 consejos más, se desplazarán por 25 ciudades de la geografía española.
Ninguna Comunidad Autónoma, salvo Ceuta y Melilla, se quedará sin contar con la celebración de alguno de estos consejos, en los que formalmente no se pueden adoptar decisiones, pero que de cara a la imagen pública de los ministros, pueden resultar vistosos y dan la oportunidad al ministro de turno para que enseñe a sus colegas de la Unión sus lugares más queridos. En estas reuniones no ha lugar a adoptar decisiones formales, pero suponen una oportunidad para la publicidad y la propaganda política.
Los objetivos para la presidencia esbozados hasta ahora por el titular de Exteriores, además de asegurar que estarán en línea con las propuestas de la Comisión como no puede ser de otra forma, son muy genéricos.
Mucha ambición y pocas nueces
Es cierto que los anuncios están llenos de ambición. Según ha avanzado en sus encuentros con los agentes sociales en la actualidad siguen precisando las prioridades del programa de trabajo con fichas de seguimiento de nada menos que 350 temas, pero el programa definitivo no se dará a conocer hasta el primer semestre del año que viene.
En todo Caso Albares ya anticipó en la mencionada comparecencia en el Congreso de los Diputados de principios de septiembre, que el programa de trabajo se vinculará alrededor de los ejes de trabajo definidos por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
Así, España tratará de formalizar acuerdos sobre la transición ecológica, transformación digital y pilar social de la UE. También será primordial para el Gobierno, que defiende una posición de liderazgo en este ámbito, avanzar en la autonomía estratégica, seguir abordando la respuesta a la crisis migratoria, la guerra de Ucrania y la pandemia por el Covid-19.
Falta conocer el objetivo prioritario con el que España pretende que quede su impronta en el futuro europeo. Una vez que el presidente Macron abrió durante su presidencia la cuestión del futuro de la Unión y la profundización de la identidad europea, potenciando el papel global europeo y reforzando su política multilateral, Pedro Sánchez quiere recoger el testigo prestando especial atención a América Latina, considerada como una zona olvidada pese a ser la región más eurocompatible del planeta.
El Sur, siempre el sur
También quiere dar el gobierno un impulso a las relaciones en el ámbito comunitario con la que se ha denominado Vecindad del Sur, en la que ha jugado un papel de liderazgo Francia, pero no Europa.
A la espera de la precisión de los objetivos por parte del Gobierno, así como lo que marquen los agentes sociales, patronales y sindicatos, no cabe duda de que la presidencia del Consejo es una oportunidad para España.
El Gobierno debería tratar de utilizar estos meses como escaparate de España y evitar utilizar en beneficio propio el brillo que le dará la presidencia de los Consejos en Bruselas y la celebración del Consejo Europeo informal y las distintas reuniones informales de los Consejo de ministros que se celebrarán en 25 ciudades españolas.
Como ha asegurado el ministro de Exteriores al Parlamento español, la presidencia del Consejo de la UE es un proyecto de país. Aunque Pedro Sánchez pueda tener la tentación de utilizar toda la visibilidad que le va a dar la presidencia para recuperar el favor perdido de los electores.