Son varios los bancos nacionales y extranjeros que ofrecen productos en el mercado español que, desde hace un mes, están analizando la situación del mercado para dar un impulso al atractivo de cuentas y depósitos, que hasta hoy no ha dejado de caer. El margen es enorme, porque en enero la rentabilidad media de los depósitos se situaba en un exiguo 0,06%, ridícula para satisfacer mínimamente las necesidades de una parte de la clientela que ve como la inflación se va ya al 5,8% en la zona euro.
Y subiendo- dicen los más alarmistas que quizá hasta el 10%-, porque el conflicto armado de Ucrania seguirá tensionando los precios de la energía hasta niveles insospechados. Pero, de momento, los inversores conservadores que buscan en las cuentas y en los depósitos tranquilidad y riesgo cero de pérdidas tendrán que esperar para recibir una recompensa digna. Las entidades financieras van a mantener sus ofertas de depósitos bajo mínimos o, como en el caso de los bancos españoles, en situación de "desaparecida".
"Sólo con que la guerra dure un mes más, los efectos sobre la economía global serán lo suficientemente importantes como para evitar que el Banco Central Europeo (BCE) pueda subir tipos antes de 2023 y para que la Reserva Federal pueda cumplir con su plan de retirada de estímulos y de hasta cinco subidas de tipos de interés este año, tal y como vaticinaban en enero muchas grandes firmas de inversión", señalan fuentes financieras.
Subida de tipos
Este miércoles, el presidente de la Fed, Jerome Powell, aseguró que mantiene sus planes de subir un cuarto de punto el precio del dinero, pero al mismo tiempo reconoció que es muy pronto aún para evaluar el impacto real de la guerra. O, lo que es lo mismo, asumió que a medio plazo el conflicto puede alterar su hoja de ruta. Y en la zona euro, mucho más reticente a subir tipos, los retrasos pueden ser aún mayores. Con estas cartas sobre la mesa, la banca tiene que replantear sus estrategias.
Antes de la guerra, sus planes pasaban por elevar muy poco a poco la rentabilidad de los depósitos a los particulares, especialmente en los plazos medios. El objetivo era no pillarse los dedos a corto plazo, donde la banca sigue pagando un irrisorio 0,01%. Y, en paralelo, dejar de cobrar a las empresas -estaban sufriendo tipos negativos de algo más del 0,20% en enero- por poner su liquidez a buen recaudo en depósitos bancarios. Pero este proyecto de brotes verdes queda aparcado de momento.
En las entidades financieras reconocen que el objetivo número uno ahora es evitar una salida masiva de inversores de los fondos de inversión, por los que la banca ha apostado hasta límites insospechados en los últimos años. En febrero, las suscripciones netas superaron los 1.150 millones de euros, aunque hay que tener en cuenta que la guerra comenzó en las postrimerías del mes. Marzo permitirá evaluar mucho mejor el impacto del conflicto en la confianza de los inversores.
Así las cosas, los bancos trabajan a destajo para ofrecer a la clientela la posibilidad de traspasar sus posiciones a fondos muy conservadores que aminoren todo lo posible el riesgo de nuevas caídas en los mercados. Cuestión de prioridades, mientras el ahorro conservador sigue olvidado en el fondo del armario justo ahora que se empezaban a atisbar los primeros proyectos de recuperación de las rentabilidades. Ya se verá por cuento tiempo.