El endeudamiento público en España ha registrado un ligero descenso respecto al 120% con que terminó el año 2020 y al objetivo del Gobierno del 119,5%. También se ha alejado del récord histórico del 122% marcado en septiembre del pasado año, con un montante de 1,432 billones de euros.
A pesar de este ligero descenso, España se encuentra entre los quince países con mayor deuda del mundo. Lejos de las cifras que recogía el World Economic Outlook Report, del Fondo Monetario Internacional de octubre de 2021, en los casos del 256,9% de Japón, del 206,7% de Grecia y del 154,8% de Italia. Pero cerca ya del 133,3% de Estados Unidos o el 130,8% de Portugal.
Se complica con Ucrania
La guerra en Ucrania ha complicado aún más una situación que se había vuelto muy preocupante. El mundo logró frenar la crisis sanitaria conteniendo sus efectos sobre el tejido productivo y cuando comenzaba a recuperarse, ha surgido el fantasma de la hiperinflación.
La inyección masiva de dinero por parte de los bancos centrales de Estados Unidos y Europa ha generado una burbuja de liquidez que ha impregnado como mancha de aceite los mercados de bolsa, deuda e inmobiliario. El exceso de dinero en el circuito bancario ha disparado la inflación en cuanto el mundo ha comenzado a salir del túnel.
La situación actual aconseja a los bancos centrales actuar con mucha prudencia en el manejo del precio del dinero, única arma contra la inflación en tiempos de crecimiento económico. Las subidas de tipos de interés deben ser graduales y muy ponderadas, con un seguimiento milimétrico de sus efectos en la economía para evitar un debilitamiento. Y teniendo en cuenta que la guerra ha deprimido aún más al mundo.
Bomba de relojería
La deuda pública se ha convertido en una bomba de relojería, una vez que la trayectoria de los tipos de interés ha iniciado un camino de retorno. El Tesoro español tiene previsto realizar emisiones de deuda por importe cercano a los 237.500 millones de euros en 2022. Esto significa que cada punto de subida del coste del dinero supondría un encarecimiento de la deuda de 2.375 millones de euros si se materializara sobre toda la deuda a emitir.
Grosso modo, sobre los nueve meses restantes equivaldría a unos 1.800 millones en 2022 siempre que los intereses subieran un punto, una variable que no depende tanto del Banco Central Europeo, sino de la percepción de los mercados. Antes de que se materialicen las alzas de tipos oficiales, se inicia la tensión en los mercados secundarios de deuda, que terminan trasladándose a las nuevas colocaciones de letras, bonos y obligaciones.