Para los más acérrimos enemigos de las monedas digitales, el desplome en cadena de los precios es la prueba más evidente de que estos activos constituyen una amenaza para la estabilidad financiera. Aseguran que, sin regulación, su volatilidad extrema somete a los inversores a un nivel de riesgo insostenible. De "humo" han calificado algunos a unos activos que se acaban de dejar un billón de euros de valoración por el camino.
La realidad es incuestionable y exige reflexión, porque el nuevo escenario se ha trasladado también a las conocidas como 'stablecoins', las divisas digitales asociadas a un activo estable como el dinero 'fiat' que representa por ejemplo el dólar o el euro, o a criptomonedas muy líquidas. Teóricamente, estos activos deberían hacer valer una mayor estabilidad de precios que el resto, pero también se han caído con todo el equipo.
Luna, el token de la red Terra, ha perdido más de un 95% de su valor a la velocidad del rayo. Y USD Terra, concebida para seguir casi al milímetro la evolución del dólar, se ha quedado sensiblemente por debajo. De pronto, algo tan de perogrullo como que las criptomonedas son un activo de altísimo riesgo se demuestra de forma muy descarnada ante los ojos de todos. ¿Ha llegado el momento de claudicar o sencillamente de aceptar la realidad?
Tipos al alza
La primera conclusión es que la nueva realidad -tipos al alza, inflación incontenible y debilidad económica- afecta a todos los activos de riesgo. Por ejemplo, a los valores tecnológicos. El Nasdaq cae un 25% en lo que va de año. Pero hay valores como Netflix o Shopify que pierden más de un 70% en 2022. Y un gigante como Meta (Facebook) se deja cerca de un 50% de su valor. Son solo unos pocos ejemplos.
En el mercado de renta fija global, las caídas medias son de doble dígito y se han llevado alrededor de 8 billones de euros -más de cuatro veces el valor de mercado de todas las criptomonedas- y en las bolsas se está produciendo un ajuste significativo porque cada vez hay más alternativas a las acciones. Por lo tanto, sí hay correlación entre las criptomonedas y el resto de activos financieros.
Momento clave
La cuestión es el impacto a corto y medio plazo que el desplome de las criptomonedas va a suponer para las nuevas generaciones de inversiones. Distintos estudios apuntan a que entre el 25% y el 50% de las operaciones en criptomonedas son realizadas por los 'millennials', con una aportación creciente de la llamada generación Z. Es decir, los que han nacido con una tablet en la mano y crecen al mismo tiempo que el mundo cripto.
"Los máximos del año pasado -el bitcoin llegó a tocar los 65.000 dólares en noviembre- supusieron un efecto llamada extraordinario para muchos nuevos inversores, que entraron en masa. Las pérdidas acumuladas son enormes ahora. Ya veremos cuántos son capaces de aguantar en esta situación de debilidad que se puede prolongar en el tiempo. Y es posible que muchos otros no vuelvan al mercado", señalan en una gran plataforma de contratación de criptomonedas.
Las consecuencias de la primera gran crisis de un mercado tan emergente como el de las criptomonedas son hasta cierto punto incalculables. De la duración de la caída y de los cadáveres que deje por el camino -había más de 10.000 al cierre del año pasado- dependerá el futuro inmediato de un activo de alto riesgo sometido sometido a su primera gran prueba de madurez.