En un reciente libro ”La revancha de los poderosos”, Moisés Naím, liberal venezolano y agudísimo intérprete político, explora y alerta sobre cómo el populismo, la polarización y la postverdad (fake-news) se han convertido en las armas letales de los estados mafiosos y de los gobiernos criminales.
Entre esas prácticas, señala Naím, la estrategia del afilado poder empleada por Rusia para socavar al Estado español. Señala; "Aprovecharon la fuerza adquirida por los nacionalistas y populistas catalanes para desestabilizar una de las grandes economías de Europa Occidental”.
Los manipuladores rusos tropezaron con el problema del idioma para redactar sus mensajes. Los bots estaban preparados para poblaciones de habla inglesa, que ya fueran utilizados en las campañas presidenciales estadounidenses y en el Brexit británico. El aliado y facilitador del nuevo lenguaje no fue otro que el excéntrico presidente venezolano, Nicolás Maduro. En efecto, llevaba 10 años reuniendo y perfeccionado su propio ejército de bots para manejar a su opinión pública.
Los bots ruso- venezolanos difundidos en Cataluña explicaban como policías nacionales españoles golpeaban a ancianas catalanas qué hacían cola frente a los colegios electorales; también difundieron la intención del Gobierno español de proclamar la ley marcial en Cataluña.
La publicación del libro de Moisés Naím es anterior al destape del espionaje de personalidades catalanas y de esos contactos bien contrastados entre servicios de inteligencia rusos y correos del independentismo. Los independentistas que no habían encontrado eco en las democracias europeas intentaban que Putin y sus servicios secretos colaborasen en los intentos secesionistas.
Ante tanto ruido y cegadores fogonazos resultaba impensable que cualquier Servicio de Seguridad del Estado se tapase ojos y oídos para no querer ver ni escuchar lo que se estaba tramando. Los bolts de Putin si son válidos para los independentistas, se merecen una patente de corso.
Esquerra amenaza con una ruptura de sus vínculos con el gobierno socialista si de algún modo no se entregan cabezas. El Gobierno español no puede perder la cara ni esconderse detrás de triquiñuelas exculpatorias.
Bravo, sin embargo, por esas palabras del presidente de la Generalitat : “tenemos que vernos” y bravo asimismo por las del presidente del Gobierno,” hay que arreglar esto”. La pandemia se ha manejado lo suficientemente bien a la hora de preservar la salud de los ciudadanos y mantener una más que aceptable recuperación de la actividad económica .El Estado no puede renunciar a sus obligaciones.