OPINIÓN

Sánchez dejará un legado que tendrá que afrontar su sucesor

Tampoco Zapatero -y luego Rajoy- fue capaz de aco­meter la crisis fi­nan­ciera y de deuda ge­ne­rada

Zapatero sigue mirando cosas.
Zapatero , un ejemplo para Sánchez.

Los éxitos o los fra­casos gu­ber­na­men­ta­les, san­cio­nados por el voto de la ciu­da­da­nía, han res­pon­dido siempre a las po­lí­ticas eco­nó­micas que han me­jo­rado o de­te­rio­rado los ni­veles de vida de sus vo­tan­tes. En la úl­tima pos­guerra el men­saje -“es la eco­nomía lo que im­por­ta”-, re­sultó de­ter­mi­nante.

Ahora bien, la acción de la política no ha recaído sobre los hombros de técnicos y economistas sino sobre los de los líderes políticos que han definido los medios para conseguir sus objetivos, en su mayor parte políticos.

Aunque muchas decisiones se delegan en profesionales no elegidos por las urnas o sean consecuencia de las fuerzas del mercado, lo cierto es, como afirma Vince Cable (“Money and Power The XVI world leaders who change the world”) “que han sido los políticos quienes han marcado las líneas del debate público”.

En la ya iniciada sesión de censura al gobierno de Pedro Sánchez, este martes, las críticas más ácidas por el lado de la economía apuntan a la prodigalidad financiera del gobierno (déficit fiscales e incremento de la deuda pública), a la vez que por su avidez recaudatoria. Una amenaza, por un lado, a la solvencia de España; una amenaza, por otro, al sector empresarial junto a otra amenaza al bolsillo de los ciudadanos.

Ninguna reflexión sobre la relación inversa entre el aumento del déficit y bajada de impuestos como pretende la oposición. La continuidad del déficit presupuestario y el avance de la deuda pública acabarán siendo dos disparos mortales para la solvencia del paciente, es decir España.

En consecuencia, alguien, el siguiente gobierno, tendrá que arreglar el descalabro. Ya ocurrió en la secuencia Zapatero y Rajoy. La economía gobernada por Zapatero no consiguió resistir las altísimas olas de la crisis financiera de 2007 y 2008.

Guindos, un fracaso

Tampoco lo conseguiría Rajoy y su ministro Guindos, pese al rescate europeo de los bancos españoles y sus duras medidas contenidas en la reforma fiscal. Sólo cuando el BCE puso en marcha una política monetaria expansiva y modificó los fundamentos de la política fiscal y pasó de los hombres de negro y la austeridad a déficits presupuestarios financiados por el BCE, la economía empezó a respirar. ¡Y cómo!!

El experimento de Draghi tenía, entre otros, el ejemplo del Japón gestionado por Abe. La Abenomics se había adentrado en las aguas turbulentas y desconocidas de financiar déficits presupuestarios por el Banco Central.

“La ortodoxia, como señaló Martin Wolf (citado por V. Cable) se había quebrado en Japón en 1990 y después en la UE en 2007 porque tanto Keynes como Freedman, se habían olvidado de la tendencia de los sistemas crediticios a provocar desastres”. Ahora lo estamos viendo en EEUU y la muy ortodoxa Suiza.

La pandemia, en Japón como en España, ha sido determinante a la hora de extremar los déficits presupuestarios y acudir a su financiación vía deuda pública. Japón, como España, han conseguido escapar a los desastres económicos de la pandemia. Ninguna depresión económica, sencillamente porque las políticas monetarias y fiscales lo han evitado. Al contrario, solvencia doméstica e internacional han presidido la actividad económica de estos dos países cuyas cuentas con el exterior están muy pero muy saneadas.

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